Por El defensor A.
“Siempre vieron al pueblo como un campo para dejar caer con odio los garrotes, siempre vieron al pueblo con el ojo de afinar puntería, un día ellos también fueron pueblo, pero con la excusa del hambre y desempleo aceptaron un arma
un garrote y un sueldo mensual, para defender a los hambreadores y desempleadores…”
Roque Dalton
Si caminas por el barrio,
Si es de noche
y –desprevenido-
una ráfaga de luz azul
es saeta que atraviesa la oscuridad,
entonces corre
corre por tu vida
antes de que ellos te encuentren
antes de que pidan por tu rostro,
lo cotejen,
lo señalen,
lo marquen para siempre.
La sospecha
mi amigo, la sospecha,
es el lugar para la yunta,
la yuta, mi amigo,
no quiere yunta.
Entonces corre,
resístete si puedes,
balbucea otros datos,
miente tu vida,
tu origen,
tu eres anónimo,
tu eres de aquí y de allá,
que tu rostro
no se identifique nunca,
que no se registre,
porque eres como un fantasma,
un trashumante sin miedo.
Y ten cuidado,
ten cuidado cuando ellos salgan de pesca,
porque cuando el grupo de tareas está aburrido,
cuando no haya pizza o mate que aguante,
cuando se les acaba la sospecha,
salen con la picana al hombro para buscarla,
y violan putas,
o torturan pibes,
siempre entre varios,
siempre en patota,
necesitan roce,
reclaman su cotidiano cachengue.
Porque parece que la leche cana
sólo se derrama entre varios,
y están al palo,
a las cucarachas de metal
les gusta mirársela,
les gusta manosearse,
porque la yuta está toda manoseada,
la yuta es promiscua,
es asco, asco de sí, asco del otro,
Policía: mezcla colectiva del semen, sangre y mierda,
mezcla de violación, manoseo y tortura.
Entonces corre,
corre por tu vida,
corre a la velocidad de la luz,
a la que ellos nunca podrán llegar,
porque su lugar es la oscuridad,
su lugar es lento
es la persecución del eterno infierno
y la banalidad de su mal,
del que nunca pueden salir
la miseria de su pobreza,
su indigna obediencia debida,
y la clandestinidad paranoica de sus acciones,
que siempre será usada por otros,
en el revuelque de matar a la diferencia
en el revuelque de no abrir los ojos
y no comprender,
que sin la gorra, sin el traje
y los dos dedos sobre el hombro,
en el barrio,
en su barro,
en la noche
si de repente se quedan solos,
sin la patota
pueden ser víctimas de su propia
sospecha.
Corre a la velocidad de la luz
que ellos no te podrán alcanzar.
Poema para evadir a la Policía (Poema Trash)
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