Mudanza

Uno se muda rápido. En las mudanzas el tiempo apremia. Pero a pesar de existir razones concretas en cada caso, la velocidad con que se lleva adelante esta experiencia de cambio suele tener que ver con la necesidad de olvidar.

Una mudanza es en el origen una operación de descontrucción, a través de la cual se remueven los sedimentos de un período de tiempo marcado por la acumulación; se trata de un rejunte periférico que, al momento de la mudanza, vuelve al centro para ser embalado en cajas.

Papelitos con teléfonos anónimos anotados a las apuradas que aseguran la falsa creencia de una durabilidad o presencia en el tiempo; agendas viejas cuyas hojas muestran una rutina extraña y sobre todo remota y diferente a la que lleva su propietario ahora - a quien la agenda, antes y ahora, pretendía rescatar del caos del presente y depositar en un orden imposible-; esbozos e ideas de textos ficcionales que nunca se manifestaron pero que, porque han sido acumulados, contenían la esperanza de una realización; poemas de subte escritos en cuadernos cuyos colores recuerdan un momento especifico del autor (el instante preciso en que su escritura pasaba forzosamente por ese soporte); apuntes académicos, citas de canciones que ya han sido olvidadas para siempre; afiches encontrados al azar que ahora estorban el vacío anhelado por quien se muda para no gastar tanto esfuerzo en la experiencia.

Una mudanza son dos polos, dos momentos; y sobre todo dos realidades que se yuxtaponen. De un lado, el lugar que se deja, la casa actual. Del otro, el lugar que se va a habitar. La épica es la de un viaje, con todos sus aditamentos sentimentales: nostalgia por el territorio que se deja, con sus hábitos, sus sonidos y melodías; temor ante lo nuevo, tensión por la adaptación obligatoria a una atmósfera la mayoria de las veces desconocida. Sería un viaje del todo hacia la nada. De la acumulación de objetos, que son el soporte de la memoria, hacia la nada que se encapsula en cajas y valijas y se conserva aun como nada encerrada en la nueva vivienda, casi siempre vacia, sin aromas excepto el de la capa de pintura reciente.

A pesar de ser el peso de nuestra vida, la acumulación de memoria nos hace sentir menos solos. Al mismo tiempo es inevitable olvidar: dejar atrás, acumular y confinar a los desvanes cotidianos para evitar enfrentase a un terror incomodo, al vértigo que producen las costuras de una vida hecha de retazos, de textos y humildes garabatos.

7 commentaires:

Santiago Maisonnave dijo... / 11:42 a. m.  

Pregunto: ¿también mudó las cacerolas, el canasto de la ropa sucia, el cepillo de limpiar el inodoro, la virulana...? Feliz estreno.
Saludo.

M.V. dijo... / 1:45 a. m.  

es porque hay demasiado bagaje... el final del post muy Sabina,ojo, mudarse no es nada!

Q. dijo... / 8:42 a. m.  

el espacio, siempre relativo, se achico porque recibi a un amigo que ha engorado, poeta platense él, de raro talento, para mas datos
si, todo eso mudé; si, hay demasiado
saludos;

Santiago Maisonnave dijo... / 4:03 p. m.  

Cuéntele a su amigo de raro talento (si es quien imagino yo que es), que si no pasa nada extraño, este sábado debería salir en la Ñ una reseña sobre "Versos aparecidos".

Anónimo dijo... / 9:55 a. m.  

mudó usted también la imaginación, la originalidad y las ganas de escribir algo serio??

Anónimo dijo... / 7:30 a. m.  

Koala, amigo, el pueblo esta contigo.
XXL

Q. dijo... / 8:35 a. m.  

Koala, usted tiene el pseudonimo perfecto;
saludos